El proceso de aprobación de proyectos consistía en formularios impresos que se creaban en Word o Excel. Los responsables técnicos los rellenaban, imprimían, firmaban y escaneaban. A continuación, se enviaban al gestor de activos, que hacía lo mismo. Era difícil tener una buena visión general de qué proyectos estaban aprobados y quién estaba en la cola para su aprobación.